Los acontecimientos sincronizados son una señal de que nos hayamos en el sendero adecuado, y también nos dicen cuando no es así; a nivel más profundo, nos demuestran que no somos meros observadores, sino que somos participantes de una red cósmica interconectada. Si admitimos la idea de la sincronicidad, entonces nuestra vida tiene sentido, todo acontecimiento de ella y toda persona que intervenga obedece a un sentido y por lo tanto no nos sentiremos como victimas…
Namaste hermanos:
Se han preguntado alguna vez que es lo que pasa cuando ante un evento en nuestras vida le siguen otro y otro, muchos acontecimientos casi simultáneos, casi mágicos y todos esos acontecimientos nos llevan a un fin determinado ¿por nosotros? … y de pronto todo comienza a encajar como las piezas de un puzzle y todo fluye con presición absoluta. Podríamos decir que esto es lo que llamamos la “sincronicidad”.
Veamos ahora a lo que me llevó mi investigación al respecto y tengamos nuestra propia acepción del término.
Sincronicidad significa sucesos altamente improbables que ocurren a la vez para lograr un resultado deseado, o sea, una serie de eventos inesperados que comienzan a suceder ni bien los pensamos para cumplir con nuestros propósitos.
Conocer el mecanismo para lograr que esto ocurra nos permitirá transformar este fenómeno en un hecho voluntario y así poder provocarlo conscientemente.
Al iniciarnos en un sendero espiritual perdemos la amargura, las preocupaciones y las penas. La seriedad se convierte en alegría y el egoísmo en la necesidad de compartir.
Al experimentar estas sensaciones, al mismo tiempo se acelera la sincronicidad, es decir, entre la intención y el cumplimiento los tiempos se acortan.
Pensamos en alguna persona y nos llama por teléfono, necesitamos alguna cosa y alguien nos lo regala, queremos ver una película y descubrimos que la van a proyectar en el canal que estamos viendo.
Esto, que parece mágico, no es mágico es una propiedad del campo que está a nuestra disposición si estamos debidamente conectados.
Sobreviene el asombro ante algo que no se puede explicar, porque podemos mirar al mundo de una manera diferente y comprender nuestra relación con el campo de la conciencia que nos libera del diálogo interno y el conflicto.
Todo el Universo que percibimos es una proyección holográfica de la conciencia cósmica y el cuerpo físico también. Este campo está en constante transformación dinámica, es la fuente de energías opuestas. Cuando dejamos de juzgar y la mente se vuelve silenciosa, entramos en el campo de la conciencia pura.
La sincronicidad es un atributo del campo de energía consciente, una propiedad que puede estar a nuestro alcance si lo deseamos.
Esto implica que ciertos sucesos en el universo se agrupan en patrones significativos sin valerse de las leyes habituales de la causalidad. Por lo tanto, estas sincronicidades deben trascender las leyes de la ciencia, puesto que son las expresiones de movimientos mucho más profundos que se originan en la estructura del universo y conciernen tanto a la materia como al significado de un modo inseparable.
Les transcribiré ahora un artículo publicado en un diario Argentino firmado por Eitel H Auria, muy interesante y dice así:
Ciencia mecanicista, una gloria del pasado
“Desde fines del siglo XVI y durante el siglo XVII tuvieron lugar en Europa acontecimientos científicos de enorme trascendencia: se enunciaron principios, se formularon teorías y se aplicaron metodologías experimentales que provocaron un cambio profundo y espectacular en la cosmovisión del mundo físico.
Muchas son las personalidades brillantes que contribuyeron a ello, entre ellas, Galileo, Newton y Huygens. En particular, la obra de Isaac Newton es tan extensa y transformadora que la ciencia desarrollada a partir de entonces es designada, frecuentemente, física o mecánica clásica o newtoniana.
La visión clásica del universo, con plena vigencia durante los siglos XVII, XVIII y XIX, contribuyó inmensamente al avance de la ciencia, suministrando poderosas herramientas matemáticas y una clara estructura de pensamiento para el estudio de un vasto conjunto de fenómenos físicos. Esa visión newtoniana del universo es, en esencia, una doctrina mecanicista, según la cual el mundo es un gigantesco mecanismo de relojería, cuyo conjunto de componentes materiales -estrellas, astros del sistema solar y cuerpos terrestres- cumplen con el principio de causalidad y realizan movimientos ajustados a rigurosas leyes matemáticas. En otros términos, se trata de un estricto determinismo que permite, si se tiene un conocimiento adecuado de la situación de un sistema material, determinar con precisión las trayectorias y posiciones futuras de sus componentes.
Resumiendo, mecanicismo, causalidad y determinismo son conceptos estrechamente vinculados cuya vigencia en la física asoció la evolución del universo con la dinámica de los mecanismos y de las máquinas.
Según el filósofo Thomas Kuhn, la ciencia elabora sus concepciones del mundo físico en función de paradigmas, es decir, a partir de estructuras conceptuales aptas para definir funciones y explicar evoluciones.
Un paradigma no pretende describir la realidad del mundo, sino que su finalidad es organizar aquello que puede decirse del mundo; pero, según muestra la historia, a medida que se acumulan datos y experiencias, los paradigmas han cambiado. Eso es, precisamente, lo que ha sucedido durante el transcurso del siglo anterior.
El aporte del siglo XX
El paradigma mecanicista produjo, durante los tres siglos arriba citados, enormes avances, descubrimientos espectaculares y generó en la sociedad la creencia de haber hallado el camino del progreso ilimitado. Además, el éxito en física del mecanicismo influenció en forma notoria otras áreas de la ciencia, tales como la economía, la biología y la sociología.
Todo cambió en el siglo XX. A principios de siglo se formularon dos teorías revolucionarias, la teoría de la relatividad, de Albert Einstein, y la mecánica cuántica; y, durante su transcurso, hubo un formidable desarrollo teórico y experimental de la física de las partículas elementales, un avance sin precedentes de la cosmología y la formulación de la teoría del caos, esta última, en las antípodas del mecanicismo.
En particular, en el marco de la teoría cuántica, W. Heisenberg enunció, en 1927, el principio de incertidumbre, en virtud del cual toda magnitud física medible está sometida a fluctuaciones aleatorias, y la característica esencial de dichas fluctuaciones es que no son consecuencia de limitaciones humanas, sino que son inherentes a la naturaleza de los fenómenos físicos en la escala atómica. Ingresaron así en la ciencia la aleatoriedad, el indeterminismo y el manejo probabilístico de las magnitudes físicas subatómicas. El impacto fue rápido y considerable y provocó la célebre reacción de Einstein: “Dios no juega a los dados”.
En la teoría del caos se demuestra que, en muchos y frecuentes casos, los sistemas en su evolución alcanzan situaciones de inestabilidad caracterizados por cambios aleatorios totalmente impredecibles. Bajo esas circunstancias, el mecanismo de relojería del universo newtoniano es impensable y el futuro del mundo queda abierto.
Según el premio Nobel Ilya Prigogine, es perfectamente concebible que se den situaciones imprevisibles, durante cuyo transcurso, del caos surja el orden. En otras palabras, el universo manifiesta creatividad, virtud imposible de concebir en el mecanicismo clásico, en cuyo marco el presente está rígidamente determinado desde el pasado y el futuro está contenido en el presente.
Ilya Prigogine ha expresado con elocuencia la rigidez y las limitaciones de la ciencia clásica diciendo que, en el mecanicismo newtoniano, Dios es un mero archivista cuya simple función es ir pasando las páginas del libro de historia del cosmos, escrito en el comienzo del tiempo.
En síntesis, los tres siglos de vigencia plena del paradigma mecanicista presenciaron un gigantesco avance de los conocimientos científicos, sin igual en toda la historia precedente de la humanidad. En el siglo XX, y sin desmedro del crecimiento vertiginoso de los conocimientos científicos específicos, la ciencia generó nuevas ideas y paradigmas que tienen poco que ver con los clásicos, creando una nueva perspectiva del universo y de su relación con el hombre. Ideas sobre evoluciones aleatorias, respuestas no lineales de los sistemas excitados por perturbaciones pequeñísimas, fenómenos de autoorganización y creatividad, todas ellas inexistentes en el mecanicismo clásico, provocaron un vuelco copernicano en las concepciones de la ciencia. Sin embargo, no debe pensarse que las nuevas ideas sean necesariamente definitivas. El futuro siempre aporta sorpresas.”
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Hasta aquí el artículo una magnifica reseña y entonces la verdad es que el Universo es más milagroso de lo que suponías. Todo está planeado tan exquisitamente que en cualquier momento dado, todos recibimos de los demás actores de nuestra vida las enseñanzas que necesitamos. Los maestros espirituales enseñan que todo es uno; que tu evolución es mi evolución, que tu aflicción es mi aflicción. También dicen que todo está relacionado, a determinado nivel.
El concepto no es fácil de entender, pero explica porqué, cuando nosotros cambiamos todo cambia a nuestro alrededor El cambio mental consiste en pasar de ver un mundo de cosas, a ver un mundo de posibilidades, abierto y fundamentalmente hecho de relaciones. cuando ocurre este cambio fundamental, nuestro sentido de identidad también cambia y empezamos a aceptarnos mutuamente como seres humanos legítimos.
Operando en este estado mental en donde nuestra mente se ha abierto a las infinitas posibilidades, marcamos la diferencia y tenemos una sensación muy diferente de lo que implica estar comprometido. Cuando empieza a operar este nuevo tipo de compromiso, de intención, hay un flujo a nuestro alrededor. Las cosa parecen ocurrir sin más. Y cuando estamos en un estado de compromiso, de intención, empezamos a experimentar lo que se ha dado en llamar “Sincronicidad”
La sincronicidad es un principio de conexión no causal, una coincidencia significativa de dos o más sucesos en la que está implicado algo más que la posibilidad aleatoria. Es la ocurrencia simultánea de unos eventos que correspondena un mismo sentido , sin que haya en ellos relación de causa y efecto.
Los acontecimientos sincronizados son una señal que nos hayamos recorriendo el sendero adecuado, y también nos dicen cuando no es así; a nivel más profundo , nos demuestran que no somos meros observadores, sino participantes de una red cósmica interconectada.
La sincronicidad es un resultado. Es importante conocer las causas subyacentes de la sincronicidad, porque si no lo hacemos, podríamos intentar producirla de la misma manera que intentamos controlar el resto de nuestras vidas. La gente tiende a elevar la sincronicidad a la categoría de una experiencia mágica.
Si admitimos la idea de la sincronicidad, entonces nuestra vida tiene sentido, todo acontecimiento de ella, y toda persona que intervenga obedecen a un sentido y no nos sentimos como victimas.
Mientras nos diferenciemos de los demás es fácil echarles la culpa de lo que nos pasa; si admitimos que estamos conectados, tendremos que asumir más responsabilidades.
Las seres humanos felices y eficaces abrazan este concepto de “unidad”. Para ellas todo lo que ocurre contribuye al sentido de su vida. Confían en que las circunstancias se sincronizarán a su favor. Los seres eficaces no participan de la opinión de que la vida es una lotería.
Todos los seres humanos tenemos las mismas posibilidades, las oportunidades en la vida pasan frente a nuestros ojos en muchas ocasiones. La diferencia entre el ser humano común y el guerrero de la luz está en que éste está consciente, y eso le permite estar alerta y puede ver cuando esta oportunidad aparece y tiene la suficiente rapidez y la valentía para tomarla.
“Desde fines del siglo XVI y durante el siglo XVII tuvieron lugar en Europa acontecimientos científicos de enorme trascendencia: se enunciaron principios, se formularon teorías y se aplicaron metodologías experimentales que provocaron un cambio profundo y espectacular en la cosmovisión del mundo físico.
Muchas son las personalidades brillantes que contribuyeron a ello, entre ellas, Galileo, Newton y Huygens. En particular, la obra de Isaac Newton es tan extensa y transformadora que la ciencia desarrollada a partir de entonces es designada, frecuentemente, física o mecánica clásica o newtoniana.
La visión clásica del universo, con plena vigencia durante los siglos XVII, XVIII y XIX, contribuyó inmensamente al avance de la ciencia, suministrando poderosas herramientas matemáticas y una clara estructura de pensamiento para el estudio de un vasto conjunto de fenómenos físicos. Esa visión newtoniana del universo es, en esencia, una doctrina mecanicista, según la cual el mundo es un gigantesco mecanismo de relojería, cuyo conjunto de componentes materiales -estrellas, astros del sistema solar y cuerpos terrestres- cumplen con el principio de causalidad y realizan movimientos ajustados a rigurosas leyes matemáticas. En otros términos, se trata de un estricto determinismo que permite, si se tiene un conocimiento adecuado de la situación de un sistema material, determinar con precisión las trayectorias y posiciones futuras de sus componentes.
Resumiendo, mecanicismo, causalidad y determinismo son conceptos estrechamente vinculados cuya vigencia en la física asoció la evolución del universo con la dinámica de los mecanismos y de las máquinas.
Según el filósofo Thomas Kuhn, la ciencia elabora sus concepciones del mundo físico en función de paradigmas, es decir, a partir de estructuras conceptuales aptas para definir funciones y explicar evoluciones.
Un paradigma no pretende describir la realidad del mundo, sino que su finalidad es organizar aquello que puede decirse del mundo; pero, según muestra la historia, a medida que se acumulan datos y experiencias, los paradigmas han cambiado. Eso es, precisamente, lo que ha sucedido durante el transcurso del siglo anterior.
El aporte del siglo XX
El paradigma mecanicista produjo, durante los tres siglos arriba citados, enormes avances, descubrimientos espectaculares y generó en la sociedad la creencia de haber hallado el camino del progreso ilimitado. Además, el éxito en física del mecanicismo influenció en forma notoria otras áreas de la ciencia, tales como la economía, la biología y la sociología.
Todo cambió en el siglo XX. A principios de siglo se formularon dos teorías revolucionarias, la teoría de la relatividad, de Albert Einstein, y la mecánica cuántica; y, durante su transcurso, hubo un formidable desarrollo teórico y experimental de la física de las partículas elementales, un avance sin precedentes de la cosmología y la formulación de la teoría del caos, esta última, en las antípodas del mecanicismo.
En particular, en el marco de la teoría cuántica, W. Heisenberg enunció, en 1927, el principio de incertidumbre, en virtud del cual toda magnitud física medible está sometida a fluctuaciones aleatorias, y la característica esencial de dichas fluctuaciones es que no son consecuencia de limitaciones humanas, sino que son inherentes a la naturaleza de los fenómenos físicos en la escala atómica. Ingresaron así en la ciencia la aleatoriedad, el indeterminismo y el manejo probabilístico de las magnitudes físicas subatómicas. El impacto fue rápido y considerable y provocó la célebre reacción de Einstein: “Dios no juega a los dados”.
En la teoría del caos se demuestra que, en muchos y frecuentes casos, los sistemas en su evolución alcanzan situaciones de inestabilidad caracterizados por cambios aleatorios totalmente impredecibles. Bajo esas circunstancias, el mecanismo de relojería del universo newtoniano es impensable y el futuro del mundo queda abierto.
Según el premio Nobel Ilya Prigogine, es perfectamente concebible que se den situaciones imprevisibles, durante cuyo transcurso, del caos surja el orden. En otras palabras, el universo manifiesta creatividad, virtud imposible de concebir en el mecanicismo clásico, en cuyo marco el presente está rígidamente determinado desde el pasado y el futuro está contenido en el presente.
Ilya Prigogine ha expresado con elocuencia la rigidez y las limitaciones de la ciencia clásica diciendo que, en el mecanicismo newtoniano, Dios es un mero archivista cuya simple función es ir pasando las páginas del libro de historia del cosmos, escrito en el comienzo del tiempo.
En síntesis, los tres siglos de vigencia plena del paradigma mecanicista presenciaron un gigantesco avance de los conocimientos científicos, sin igual en toda la historia precedente de la humanidad. En el siglo XX, y sin desmedro del crecimiento vertiginoso de los conocimientos científicos específicos, la ciencia generó nuevas ideas y paradigmas que tienen poco que ver con los clásicos, creando una nueva perspectiva del universo y de su relación con el hombre. Ideas sobre evoluciones aleatorias, respuestas no lineales de los sistemas excitados por perturbaciones pequeñísimas, fenómenos de autoorganización y creatividad, todas ellas inexistentes en el mecanicismo clásico, provocaron un vuelco copernicano en las concepciones de la ciencia. Sin embargo, no debe pensarse que las nuevas ideas sean necesariamente definitivas. El futuro siempre aporta sorpresas.”
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Hasta aquí el artículo una magnifica reseña y entonces la verdad es que el Universo es más milagroso de lo que suponías. Todo está planeado tan exquisitamente que en cualquier momento dado, todos recibimos de los demás actores de nuestra vida las enseñanzas que necesitamos. Los maestros espirituales enseñan que todo es uno; que tu evolución es mi evolución, que tu aflicción es mi aflicción. También dicen que todo está relacionado, a determinado nivel.
El concepto no es fácil de entender, pero explica porqué, cuando nosotros cambiamos todo cambia a nuestro alrededor El cambio mental consiste en pasar de ver un mundo de cosas, a ver un mundo de posibilidades, abierto y fundamentalmente hecho de relaciones. cuando ocurre este cambio fundamental, nuestro sentido de identidad también cambia y empezamos a aceptarnos mutuamente como seres humanos legítimos.
Operando en este estado mental en donde nuestra mente se ha abierto a las infinitas posibilidades, marcamos la diferencia y tenemos una sensación muy diferente de lo que implica estar comprometido. Cuando empieza a operar este nuevo tipo de compromiso, de intención, hay un flujo a nuestro alrededor. Las cosa parecen ocurrir sin más. Y cuando estamos en un estado de compromiso, de intención, empezamos a experimentar lo que se ha dado en llamar “Sincronicidad”
La sincronicidad es un principio de conexión no causal, una coincidencia significativa de dos o más sucesos en la que está implicado algo más que la posibilidad aleatoria. Es la ocurrencia simultánea de unos eventos que correspondena un mismo sentido , sin que haya en ellos relación de causa y efecto.
Los acontecimientos sincronizados son una señal que nos hayamos recorriendo el sendero adecuado, y también nos dicen cuando no es así; a nivel más profundo , nos demuestran que no somos meros observadores, sino participantes de una red cósmica interconectada.
La sincronicidad es un resultado. Es importante conocer las causas subyacentes de la sincronicidad, porque si no lo hacemos, podríamos intentar producirla de la misma manera que intentamos controlar el resto de nuestras vidas. La gente tiende a elevar la sincronicidad a la categoría de una experiencia mágica.
Si admitimos la idea de la sincronicidad, entonces nuestra vida tiene sentido, todo acontecimiento de ella, y toda persona que intervenga obedecen a un sentido y no nos sentimos como victimas.
Mientras nos diferenciemos de los demás es fácil echarles la culpa de lo que nos pasa; si admitimos que estamos conectados, tendremos que asumir más responsabilidades.
Las seres humanos felices y eficaces abrazan este concepto de “unidad”. Para ellas todo lo que ocurre contribuye al sentido de su vida. Confían en que las circunstancias se sincronizarán a su favor. Los seres eficaces no participan de la opinión de que la vida es una lotería.
Todos los seres humanos tenemos las mismas posibilidades, las oportunidades en la vida pasan frente a nuestros ojos en muchas ocasiones. La diferencia entre el ser humano común y el guerrero de la luz está en que éste está consciente, y eso le permite estar alerta y puede ver cuando esta oportunidad aparece y tiene la suficiente rapidez y la valentía para tomarla.
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